This week was one race after another, I felt that I was in a big marathon and that I was never going to finish, no matter how much I kept running and demanding myself I could not visualize a visible finish line, I felt that my energies were totally exhausted, but it was just then when I decided to take a deep breath and renew my strength in the company of a great coffee and now that I look back I can say that you did it.
What you thought was impossible to achieve, we have successfully completed a new school year, and I am immensely happy that my vacation time is here. I know I am not the only teacher going through this experience, and even more so if we have the multiplication of workloads—in other words, if we fulfill educational roles in different institutions—therefore, this would entail a series of squared responsibilities.
There were many days of meetings, activities, planning, and even training events with very limited time, and my mind racing at 1,000 miles per hour, almost faster than my feet. I'm truly one of those people who thinks we stop learning when we decide to leave this earthly world. Learning definitely doesn't have an expiration date, and therefore I'm always seeking new knowledge and cultivating great learning, even more so when I have the arduous task of continuing to wait for others from a classroom and, above all, from my life.
In the midst of all this career and every demand or pending commitment, there was always that special moment that allowed me to stay strong. Something that for many will be insignificant, but for those of us who love coffee, it is something comforting and powerful. In the midst of my training was that sacred space for coffee.
I remember, in the middle of this week after my school day, when I was finally able to get home, the first thing I did was take off my shoes and sit at the table to enjoy my cup of coffee. It's not just a drink, it's that aroma that envelops you, that warm embrace you feel between sips. I don't mean we resolved any pending issues, but it did give me an inner peace I longed for.
Another unique moment was when I decided to give myself a little self-love, that special time for me, so I went to get a pedicure, my feet came out of there grateful, it is surprising how a small gesture can be something so symbolic, while my dear professional friend did her arduous work with art I could relax with a coffee and it is precisely there where we value pampering yourself, recognizing that taking care of yourself means walking.
There's no doubt that coffee is the best symbol of self-love. It's simply stopping and enjoying well-being amidst all the hustle and bustle. It's taking a break from the training you can receive. It's the ideal way to embrace each of the lessons you'll receive.
Today I can finally say that after this arduous week full of stress and so many challenges, it also allowed me to enjoy unique and valuable moments, and in each one of them, coffee was present and was my companion; it was that balm, that pause to reflect and appreciate. So, all that remains for me to say is thank you, coffee, for always being there, for making my days simpler and more bearable, but above all, for bringing to the forefront the fact that even in the midst of chaos, I have the right to a coffee break.
I thank you in advance for dedicating part of your valuable time to read my work and may God multiply the support you give to my publication. Blessings.
All the photos I use here are my own and were taken with my Redmi 14 camera. The layout was created using the GridArt app..
Esta semana fue una carrera tras otra, sentía que estaba en un gran maratón y que nunca iba a culminar, por más que seguía corriendo y exigiéndome a mí misma no lograba visualizar una línea de meta visible, sentía que mis energías estaban en totalment5e desgastadas, pero fue justamente allí cuando decidí respirar profundamente y renovar mis fuerzas en compañía de un gran café y ahora que miro en retrospectiva puedo decir lo lograste.
Eso que veías imposible de alcanzar, hemos finalizado victoriosamente un nuevo año escolar y estoy inmensamente feliz de que llegue mi tiempo de vacaciones, yo sé que no soy la única docente que está viviendo esta experiencia y más aún si tenemos la multiplicación del trabajo, en otras palabras si cumplimos roles educativos en diferentes instituciones, por lo tanto esto implicaría una serie de responsabilidades al cuadrado.
Fueron muchos los días de reuniones, actividades, planificaciones y hasta eventos de formación con un tiempo bastante limitado y la mente corriendo a 1000 por horas, casi más rápido que los mismos pies. Realmente soy de las personas que piensa que dejamos de aprender cuando decidimos partir de este mundo terrenal, el aprendizaje definitivamente no tiene una fecha de vencimiento y por ende siempre estoy en busca de nuevos conocimientos y de cultivar grandes aprendizajes y más aún cuando tengo la ardua labor de seguir esperando a otros desde un aula de clase y principalmente desde mi vida.
En medio de todo esta carrera y cada exigencia o los compromisos pendientes siempre estuvo ese momento especial que me permitió mantenerme firme, algo que para mucho será insignificante pero para los que amamos el café es algo reconfortante y poderoso, en medio de mi formación estaba ese espacio sagrado para el café.
Recuerdo en medio de esta semana después de mi jornada en el colegio cuando pude llegar finalmente a casa, lo primero que hice fue despojarme de mi calzado sentarme en la mesa a disfrutar de mi taza de café. No es solo una bebida, ese aroma que te envuelve, ese cálido abrazo que se siente entre sorbo y sorbo con ello no quiero decir que resolvimos pendientes, pero sí me produjo una paz interior que me urgía.
Otro de los momentos únicos fue cuando decidí darme un poco de amor propio ese tiempo especial para mí, por lo tanto me fui a hacerme pedicura, mis pies salieron de allí agradecidos es sorprendente como un pequeño gesto puede ser algo tan simbólico, mientras mi estimada amiga profesional hacía su ardua labor con el arte yo podía relajarme junto al café y es justamente allí donde valoramos el consentirte, el reconocer que cuidarse significa andar.
Definitivamente no cabe duda de que el café es el mejor símbolo de amor propio, es simplemente detenerte y disfrutar del bienestar en medio de tanto ajetreo, es hacer una pausa de intermedio en las formaciones que puedes recibir, es lo ideal para abrazar cada una de las enseñanzas que vas a recibir.
Hoy finalmente puedo decir que después de esta ardua semana llena de estrés y tantos desafíos también me permitió disfrutar de momentos únicos y valiosos y en cada uno de ellos el café estuvo presente y fue mi compañero, fue ese bálsamo, esa pausa para reflexionar y valorar, así que solo me queda decir gracias café por siempre estar allí, por hacer de mis días algo más sencillo y llevadero, pero sobre todo por traer a palestra que incluso en medios de un caos tengo derecho a un tiempo de café.
De ante mano agradezco el que dediques parte de tu valioso tiempo para leer mi trabajo y que Dios te multiplique el apoyo que le aportes a mi publicación. Bendiciones
Todas las fotos que uso aquí son mías y se tomaron con la cámara de mi Redmi 14. El diseño se creó con la aplicación GridArt.
