El [aparcamiento de naves espaciales] había sido bombardeado con rayos fotónicos provenientes de la zona más oscura del universo. El gobernador activó la emergencia planetaria e hizo que llamaran de inmediato a Silverman. Sus consejeros y ayudantes se prestaron enseguida para preparar una defensa y establecer una veloz comunicación con la esperanza de los habitantes. Entretanto, seguían cayendo rayos a diestra y siniestra.

Desde lo más oscuro del universo estaba Yellow Eyes, con su sonrisa malvada y con ese brillo en los ojos que aterraba al más valiente. Su idea, desde siempre, era conquistar todos los planetas del universo y así mantener su gobernanza. Era un ser malvado, sin misericordia.

El Silverman era conocido por su bondad, pero, a su vez, por su valentía y por su empeño en acabar con la maldad en el universo. Había salido en una misión de investigación para saber, a ciencia cierta, sobre la estrella de Kolob, un astro del que se suponía que brotaba la luz del supremo creador. El Silverman no creía en cuentos de camino y necesitaba convencerse de si esa historia era verdadera o, por el contrario, un relato inventado para dominar a incautos.

El gobernador mandó encender la cúpula de titanio. Este era un escudo diseñado para proteger al planeta de ataques como el que estaba recibiendo. La cúpula se activó y los rayos fueron rechazados, pero no podía permanecer encendida todo el tiempo. El reactor que suministraba la energía debía recargarse cada seis horas y, para la recarga, necesitaba dos horas. Ese tiempo representaba una vulnerabilidad para el planeta.

El Silverman recibió el llamado a través de sus anteojos inteligentes. Con ellos pudo escuchar el mensaje de auxilio y ver las imágenes de horror, de los caídos y de las estructuras destruidas, sobre todo las del aparcamiento de naves espaciales, adonde llegaban las naves que traían suministros, alimentos y otros elementos que el planeta no producía.

El Silverman, de inmediato, tocó su anillo de teletransportación, y en fracciones de segundo estaba en el despacho triangular del gobernador. Allí ideó un plan de contraataque, determinó con exactitud de dónde provenían los rayos y preparó un arma que no había sido probada: El Escupitajo Galáctico, un artefacto que disparaba rayos de agua invisible. Pero no era un agua cualquiera: era agua bendecida por un gato soltero. O sea, orina de gato. Esto resultaba fatal para Yellow Eyes.

Se disparó el arma y el rayo/chorro salió con potencia, llegando a su objetivo. El ataque de los rayos fotónicos culminó y el planeta fue salvado. De inmediato se procedió a ayudar a los heridos, levantar a los caídos y reparar las estructuras. El Silverman se preparó para viajar a la zona oscura para constatar que Yellow Eyes había sido cancelado. Pero eso ya es otra historia de cinco minutos.