Estoy pensando en comenzar con un emprendimiento virtual y ya tengo pensado el nombre para colocarlo en todas las redes. Sería algo así como “Chats con el más allá”.

Y ustedes se preguntarán de qué tratará el emprendimiento.

Pues se me ocurre que mucha gente dice comunicarse con espíritus e interpretar situaciones paranormales. Yo, como soy hijo de brujo, he pensado llevar eso a un nivel superior.

Digo superior porque la mayoría de estos consultores espirituales se quedan anclados en cosas propias del siglo XIX o incluso más antiguas. Yo, en cambio, planeo atraerles con la tecnología. A quienes quieren consultarse o tener contacto con sus seres queridos, o con esas almas de las que no sabemos si están perdidas o simplemente andan distraídas. El cliente podrá saber cómo están por allá, qué secretos dejaron sin revelar y hasta obtener respuestas a preguntas incómodas: por qué no dejaron herencia, por qué montaron tantos cuernos o si piensan volver algún día.

Cuando se me ocurrió la idea esta mañana, sentí que había sido iluminado. Lo primero que hice fue venir corriendo a contárselas, para saber qué opinan y, quién quita, que alguno de ustedes requiera de mis servicios.

El servicio será completo: el encuentro paranormal del siglo XXI será a través de un chat con video incluido. Y si el cliente requiere que usemos inteligencia artificial para agregar fondos especiales o un peinado más favorecedor para el espíritu, pues se le concederá lo que necesite.

Además, si desea que se le modifique la voz para que suene más sumisa o más tierna —y que no responda feo en caso de reclamos al espíritu—, eso también va. Para ello acondicionaré mi habitación más oscura. La iluminaré con luces tenues, violetas y azules, de modo que tenga ese toque tecnológico sin perder el misterio. Nada de velas; queremos que el cliente se sienta cómodo en su época, que es la actual. Nada de rituales de la Edad Media.

Por supuesto, todo funcionará a la velocidad a la que vivimos hoy: nada de fallas de internet, nada de apagones. Estaré bien equipado para este emprendimiento.

Todo será para conectar con ellos, los espíritus. Haré todo lo humanamente posible para que se sientan a gusto; de alguna forma, ellos serán mi materia prima para el negocio. Sin ellos, el emprendimiento iría directo a la bancarrota.

Cuéntame, dame tu opinión sobre este, mi nuevo proyecto. Tus sugerencias serán bienvenidas y, quién sabe, a lo mejor te cedo algunas acciones de la empresa.

No te cuento más porque ya se me acabaron los cinco minutos.