Este año 2025 ha estado avanzando con una velocidad inusual, como si tuviera una impaciencia ilimitada, como si quisiera desaparecer en el olvido, como si en su mente anidara la idea del suicidio.

Por mi parte, vi que el año comenzó muy bien, justo como lo esperaba. Me encantan los años con números impares, y este tenía un cinco, número que siempre me ha llamado la atención junto con el siete.

Pero a finales de julio, principios de agosto, algo oscuro apareció: las plantas de mis ideas comenzaron a secarse, y la producción, junto con los ingresos, se fueron a pique. Empecé a buscar alternativas, pero la cabeza no me daba. Intenté ver lo que otros hacían y me entusiasmé, pero no lograba asimilarlo o, simplemente, no era lo mío.

Llegué a pensar que la salida era meterme de lleno en las criptos. Realicé algunas inversiones en varios tokens, pero comprendí que eso no es para el ahora; eso no avanza rápidamente, eso es para un futuro que espero sea satisfactorio. Entonces apareció la luz.

Como las ventas habían caído y sabía que levantarlas costaría una esférica —porque la experiencia me ha enseñado que después de octubre las ventas mueren hasta febrero (en mi ramo)—, decidí poner toda mi energía en lo que últimamente me ha dado más entusiasmo: la edición de videos. El universo conspiró, y apareció un mentor que me está ayudando mucho. Ahora voy con fuerza en este nuevo oficio que no solo me hace sentir feliz, sino también útil y pleno.

Ya no me provoca escribir para mi blog; prefiero estar en medio de las fotografías, editando las de mis clientes, transformándolas en videos y colaborando con personas para que sus emprendimientos salgan adelante. Es una acción que nos hace sonreír a todos.

El año se cerrará de forma espectacular.
Ahora todo está avanzando rápidamente.

Hasta aquí los cinco minutos.