Como bien dice mi más cercana amiga: cuando decidimos algo y ese algo es positivo, el universo se hace tu cómplice y sincroniza todo para que la meta sea alcanzada.
Así me ha pasado, así lo he visto en otros, y así logramos que ocurriera en mi granja.

Durante años sufrimos una plaga que azotaba los cultivos y enfermaba a los animales, incluso a la familia. Cuando ya la situación era insostenible, y viendo que no podíamos luchar solos contra la alimaña, sentimos la necesidad de buscar ayuda.

Fuimos al pueblo, hablamos con las autoridades, pero parecieron hacerse los locos. Llegué a pensar que tal vez eran ellos quienes impulsaban la plaga. Estaba desesperado.

Entonces contacté con otros granjeros y nos unimos para combatir aquello que nos atacaba. Pero teníamos claro que, aun unidos, no contábamos con las herramientas ni la fuerza necesarias para encontrar la solución. Fue entonces cuando alguien dijo:
“Busquemos ayuda fuera de la zona. Hablemos con alguien poderoso, alguien que siempre ha estado dispuesto a ayudar.”
En ese momento, el universo ya estaba trabajando.

Acudimos al amigo poderoso, le planteamos el problema y cómo la plaga se estaba extendiendo por toda la zona, de tal manera que existía la posibilidad de que él también resultara afectado.
Él decidió que sí, que nos ayudaría y que contaba con los recursos justos para hacerlo.

Se presentó con todas sus herramientas y nos dijo:
“Un paso atrás…, jamás. Estaremos aquí hasta que esto termine.”
Y el universo sincronizó.

Hasta aquí mis cinco minutos.