La palabra consuma y consume, son estos cuentos una prueba inequívoca de ello. Cómo bien dices nada sobra, nada falta y se necesita de toda la sensibilidad posible (no sensibilería) para atreverse a caminar y a respirar con la ciudad en cada instante narrado. Te aplaudo siempre, tu análisis es certero y profundo, casi como los agujeros negros que relatan las historias de Odessa