I must confess that I learned to swim at 38 years old, and it was thanks to a failed investment, but as they say, even from bad events, valuable lessons can be salvaged.
In my case, learning to swim so late was due to a disagreement between schools, although it sounds strange.
It turns out that as a child I attended a nun's school during my primary education, and we had as neighbors an also Catholic school but only for boys that had a swimming pool.
When I was about 8 years old, my school's administration considered offering swimming classes in partnership with the other school, called San José, which was one of the most exclusive schools in Asunción at that time.
Unfortunately, the directors of both schools didn't reach an agreement, and just as the idea of swimming classes began, it ended there, at least for my parents and me.
After that, it never crossed my mind again to take swimming lessons, despite living a few kilometers from a military facility that offered classes in various sports disciplines, including swimming, to both civilians and military personnel.
In my family, we never considered swimming to be a necessary skill for daily life, so we didn't take advantage of the benefits that a capital city offers regarding sports opportunities.
It wasn't until 2018 that the opportunity to learn to swim arose, in a somewhat fortuitous way. I had been lucky enough to get an extremely good temporary job, whose income allowed me to have an interesting sum with which I planned to start a business.
At that time, I was quite tired of city life, and I had fewer and fewer job opportunities due to my age, so with the money I had, I told my parents to build a pool in their backyard and open it to the public to serve as a recreation spot.
During the first months there was a lot of curiosity but few customers, so I set out to learn to swim during the hot summer afternoons.
Between splashing and accidentally swallowed water, I learned to swim in my small pool that wasn't even a meter deep. At least I knew it was impossible to drown there. 😆
I must confess that I don't have good form, and that I'll possibly never achieve a podium even in amateur swimming competitions, but I think it will be enough to save my life in case of an emergency.
You never know when this knowledge might be needed, so the best thing a parent can give their children is swimming lessons at an early age, since it's a discipline that could literally save their lives and even those of other people.
Besides, it's an excellent sports discipline, and a fun and refreshing way to escape the intense heat of spring and summer, especially in my country, Paraguay, where it's hot almost all year round.



Nada es como nadar
Debo confesar que aprendí a nadar a mis 38 años, y fue gracias a una inversión fallida, pero como dicen, hasta de los malos acontecimientos se pueden rescatar lecciones valiosas.
En mi caso, el aprender a nadar tan tarde se debió a un desacuerdo entre colegios, aunque suene raro.
Resulta que de niña iba a una escuela de monjas durante mi educación primaria, y teníamos como vecinos a un colegio también católico pero solo para varones que tenía una piscina de natación.
Cuando tenía como 8 años, la dirección de mi escuela consideró impartir clases de natación en convenio con el otro colegio, llamado San José, que era uno de los más exclusivos de Asunción en aquella época.
Lamentablemente los directivos de ambos colegios no llegaron a un acuerdo, y así como inició la idea de las clases de natación, terminó allí, al menos para mis padres y para mí.
Después de ello, nunca más se me pasó por la mente tomar lecciones de natación, a pesar de que vivía a pocos kilómetros de una instalación militar que daba clases de distintas disciplinas deportivas, entre ellas natación, tanto a civiles como a militares.
En mi familia nunca consideramos que nadar fuera una habilidad necesaria para la vida cotidiana, por lo que no aprovechamos las ventajas que ofrece una ciudad capital en lo que refiere a ofertas deportivas.
No fue sino hasta el año 2018 que se dio la oportunidad de aprender a nadar, de una forma algo fortuita. Había tenido la suerte de conseguir un trabajo temporal extremadamente bueno, cuyos ingresos me permitieron tener una suma interesante con la que planeaba iniciar un negocio.
En aquella época estaba bastante cansada de la vida de ciudad, y cada vez tenía menos oportunidades de trabajo debido a mi edad, así que con el dinero que tenía les dije a mis padres para construir una piscina en su patio y abrirlo al público para que sirviera de lugar de recreación.
Durante los primeros meses había mucha curiosidad pero pocos clientes, así que me propuse aprender a nadar durante las calurosas tardes de verano.
Entre chapoteos y agua tragada accidentalmente, aprendí a nadar en mi pequeña piscina que no tenía ni un metro de profundidad. Al menos sabía que era imposible ahogarme allí 😆
Debo confesar que no tengo un buen estilo, y que posiblemente nunca logre un podio ni siquiera en competencias amateur de natación, pero creo que será suficiente para salvar mi vida en caso de una emergencia.
Nunca se sabe cuándo se podría necesitar este conocimiento, así que lo mejor que un padre puede regalarle a sus hijos son clases de natación a una edad temprana, ya que es una disciplina que literalmente podría salvar sus vidas y hasta la de otras personas.
Además es una excelente disciplina deportiva, y una forma divertida y refrescante de escapar del intenso calor de la primavera y el verano, en especial en mi país, Paraguay, en el cual hace calor casi todo el año.
Original language: Spanish | Translation service: Claude AI | Image generation: Meta AI | Photos by: @ladyaryastark




